No escapa al conocimiento de la mayoría de la población que las celebraciones del 11 de septiembre están ligadas a Domingo Faustino Sarmiento, que hoy fue homenajeado con un doodle. Sin embargo, muchos desconocen cuál fue el aporte del prócer a la educación argentina y, por tanto, el motivo por el cual el Día del Maestro se fijó para conmemorar la fecha de su fallecimiento.
Sarmiento nació en la provincia de San Juan el 15 de febrero de 1811. Su verdadero nombre no era Domingo, sino Faustino Valentín. Según explica la Secretaría de Cultura de la Nación en su sitio oficial, «lo habían nombrado Valentín porque nació un 14 de febrero, aunque fue registrado el día siguiente. Su familia siempre lo llamó Domingo, porque su madre era devota de Santo Domingo».
El sanjuanino se crió en la casa de su madre, doña Paula Albarracín, quien trabajaba como tejedora. La sed de aprendizaje estuvo siempre latente en él, ya que aprendió a leer a los 4 años. Cuando finalizó sus estudios en una de las «Escuelas de la Patria», intentó obtener una beca para ingresar al Colegio de Ciencias Morales, en Buenos Aires, pero no le fue concedida. Fue entonces cuando comenzó a estudiar por su cuenta, con la ayuda de familiares y amigos.
Como periodista, fundó los periódicos El Zonda, en su San Juan natal, y La Tribuna y La Crónica, en Chile. También se dedicó a la escritura, siendo una de sus obras más destacadas Facundo, Civilización y Barbarie, de 1845. Otros libros de su autoría son Viajes por Europa, África y América, de 1851, y Argirópolis, de 1850.
El reconocimiento a Sarmiento como el «padre del aula» le fue concedido por los aportes a la educación que realizó mientras se desempeñó como presidente, entre 1868 y 1874. A lo largo de su mandato, se fundaron en el país cerca de «800 escuelas de primeras letras, alcanzando a un total de 1816 escuelas, de las cuales el 27% eran privadas. La población escolar se elevó de 30.000 a 110.000 alumnos», explicó la Secretaría de Cultura de la Nación.
